JOVENES PROMESAS DOMINICANAS EN EL CAMPUS SPORTINGUISTAS- ASTURIAS- ESPAÑA

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Son las seis de la tarde, las nubes oscurecen el cielo de la parroquia de Leorio y en el prau que asume las funciones de plaza de encuentro los guajes llegados de medio mundo improvisan un partidillo. A fin de cuentas, han venido a Gijón para jugar al fútbol, aunque no sólo para ello. «La convivencia es algo a lo que damos mucha importancia y además de fútbol les ofrecemos otras actividades de tiempo libre», asegura Juan Luna, coordinador del XV Campus de Mareo.

Cerca de un centenar de alumnos internos pueblan desde ayer las siete cabañas de madera en las que harán vida durante una semana. Forman el primer turno y a él le seguirán otros seis hasta el 15 de agosto, con una presencia total de casi 900 niños y adolescentes de edades comprendidas entre los ocho y los dieciséis años.
El griterío, con distintos acentos, de los más pequeños corriendo tras un balón no le roba el sueño a uno de los cursillistas. Ha viajado desde Centroamérica y el 'jet lag' lo ha sumido en una profunda siesta en la cabaña número uno. Mientras, en la cabaña vecina varios jugadores vascos deshacen mochilas y maletas rebuscando su utillaje.

Desde ahí hasta la última de las construcciones de leño está representada la cantera del fútbol de medio planeta. Jóvenes jugadores de Bélgica y Holanda, México y Canadá, República Dominicana y Francia han acudido al reclamo de uno de los campus de fútbol más prestigiosos de España. Esta mañana se incorporarán a la 'plantilla' un par de jóvenes procedentes de los Estados Unidos y casi una veintena de alumnos de la Escuela de Mareo en Logroño, el asentamiento sportinguista en La Rioja. A cargo del alumnado hay un equipo formado por nueve monitores de tiempo libre (entre ellos, dos jugadoras del equipo femenino de la Escuela de Mareo) y una docena de entrenadores de fútbol base, que tratarán de sacar lo mejor de los jóvenes futbolistas a lo largo de siete días. Del campo al acuario Hoy, a los cursillistas en régimen interno se unirán los externos, procedentes de Gijón y de otros concejos asturianos. Será ya, para todo y para todos, un día intenso de deporte, juego y formación que comenzará a las nueve de la mañana con el desayuno. De diez de la mañana a una de la tarde tendrán táctica y entrenamiento, media hora después llegará la comida y tras ella habrá tiempo libre. De cinco a siete y media de la tarde, nueva sesión de entrenamiento, tiempo para el aseo personal y cena a las nueve, antes de cerrar la jornada con una velada de juegos. El miércoles, en el ecuador del campus, es el día escogido para regatear la rutina con un descenso en canoa del río Sella y una visita al Acuario de Gijón.
A medida que iban llegando ayer a la Escuela de Fútbol de Mareo, entre las cuatro y las ocho de la tarde, a los cursillistas se les iban 'requisando' los teléfonos móviles. «Los monitores se hacen cargo del móvil y del dinero de los chavales. Sólo se les permite hacer llamadas a la familia en el tiempo establecido para ello, de noche», explica Juan Luna, que añade que con ello se trata de evitar distracciones y la pérdida de atención. Mareo sorprende La preparación del personal a cargo de los cursillistas y las envidiables infraestructuras que el Sporting pone a disposición del campus contenta y tranquiliza a las familias de los jóvenes futbolistas. Entre quienes vienen por primera vez desde fuera de Asturias proliferaban ayer los comentarios sobre el buen estado de los campos de Mareo, algo que no por sabido deja de causar sorpresa y satisfacción. Aparte de todo ello, los organizadores señalan que «el hecho de que el Sporting esté en Primera División ayuda mucho». Un reclamo añadido es la habitual presencia de técnicos, jugadores y ex jugadores sportinguistas, que suelen repartir sus visitas entre los distintos turnos del campus del club gijonés. En las primeras semanas se hace complicada la participación de futbolistas de la primera plantilla (ya que están disfrutando de descanso fuera de Asturias, en muchos casos), pero es entonces cuando se aprovecha el regreso a casa por vacaciones de algunos de los grandes valores de la cantera rojiblanca que están triunfando en otros clubes españoles. A los acampados de menor edad se les agrandaba ayer la mirada cuando sobrevoló el comentario de que el delantero internacional langreano David Villa tal vez se deje ver este verano por los campos de Leorio, como ocurrió hace un par de años. La visita de 'El Guaje' cumpliría uno de los grandes sueños de los más pequeños.